Tras el descubrimiento de efectos nocivos en el desarrollo humano, con un fuerte aumento del número de bebés que nacieron "amputados" de sus brazos y piernas, la talidomida fue retirada del mercado en 1961.
Varios estudios han demostrado su eficacia en el tratamiento de la lepra, del lupus eritematoso sistémico y una forma de cáncer de la médula ósea, el mieloma múltiple, por el cual su comercialización fue autorizada en el mercado europeo en el 2008.
Sin embargo, a causa del alto riesgo de malformaciones en el feto, este fármaco no debe ser prescrito a las mujeres embarazadas.
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